martes, 5 de mayo de 2015

En ese lugar al que llaman paraíso

Esa tarde encontró el paraíso sobre su pecho, no sabía en que momento llegó a aquél momento ni a ese lugar, pero algo tenía claro, no quería volver a levantarse de ese pecho que le estaba devolviendo la ilusión, la esperanza y las ganas de creer que todavía había gente buena. ¿ De dónde salía tanta perfección en una sola persona? De verdad, todavía no creía que pudiera existir, todavía se plantea cada noche si de verdad ella puede estar viviendo esto, si por fin cada uno de sus dolores se habían convertido en alegrías... Entonces lo miraba, y veía sus ojos con su preciosa sonrisa a juego, y le daba igual todo, solo quería hundirse en el y no irse nunca, porque por una vez había topado con unos brazos que la abrazaban, y que no la ataban, unos labios que la saboreaban y no le arrancaban besos, por una vez la hacían sentir que de verdad era alguien digna de querer, no una simple y vulgar niña que iba de mano en mano, y a la cuál nadie le dio la oportunidad de querer...
¿Era éste su momento? No lo sabía, y seguramente no lo sabría, pero en aquél instante, sobre su pecho, todo era perfecto, y aunque le estaba entregando el poder de destruirla, quería creer con todas sus fuerzas que él no lo haría, que era distinto a todo lo que había conocido, y que por una vez algo en su vida sería perfecto, tal como lo era él.

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