viernes, 25 de octubre de 2013

Tiempo.

Esperas, esperas que las cosas pasen, que todo vuelva a su sitio, que sea como antes, como cuando no podías pasar ni una hora sin hablarme, o como cuando mi risa era la que te ayudaba a sonreír. Esperas que llegue ese mensaje, esa llamada o esas palabras que te dan fuerzas para creer que tal vez no está todo perdido, pero, no llegan, y pasan las horas, los días, y todo continúa igual, él por su lado, y tú, bueno, tú ahí, llorando, fingiendo que todo está bien, que sigues siendo esa chica risueña que nada le destruye, pero chica, tan sólo mirarte a los ojos se te nota vacía, ¿qué te han echo? Parece como si te hubieran robado tu ser, como si ya no existieras y fueras simplemente un cuerpo que tropieza día tras día con una realidad que no termina de encajar. Chica, asumelo, él no va a volver, ni a ser como era antes, todo lo bueno quedó atrás y, por mucho que esperes un cambio, esas palabras o ese gesto, siento decirte que no aparecerán, que tienes que empezar a encajar el echo de que él no volverá a ser lo que era y que tú no serás lo que fuiste, porque las cosas pasan, al igual que el tiempo, y puedo asegurarte, que todo el tiempo ese que desperdicias en esperar, nadie te lo devolverá.

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